El complemento perfecto
Surf en Munich from lapitxo on Vimeo.
Verdad que da envidia? A mi si. Cuando llegamos a Munich el 17 de Agosto, Hafo vio desde el autobús a un tío con un traje de neopreno y una tabla de surf andando por las calles, descalzo y con el cuerpo y el pelo mojados. Lo primero que pensamos es que en Munich no hay mar. Quizás podía haber una piscina de estas en las que se provoca una ola, pero de ser así, no se explicaba el hecho de que estuviera andando por la calle completamente empapado. Normalmente las instalaciones deportivas suelen tener vestuarios, duchas, etc. y se sale de ellas vestido, seco y peinado. Sólo quedaba la opción del río. También podía ser que Hafo hubiera sufrido una alucinación pero decidí creerle ya que, de momento, no me ha demostrado indicio alguno de demencia senil ni esquizofrenia surfera.
Así que dos días después nos encontramos con dos chicos brasileños que llevaban sus tablas de surf en el agradable y activo Parque de Los Ingleses. Nos informaron el lugar al cual teníamos que ir, a los pies de un puente al sur del parque, y helo aquí, el vídeo.
Parece ser que es bastante conocida pero para Hafo y para mi fue un auténtico sorpresón. Es una ola algo extraña porque la corriente te echa hacia atrás. Si no controlas dónde tienes tu peso y no llevas algo de velocidad, te vas. Imagino que hay que tener cuidado con las distancias pero será cuestión de cogerle el callo. Una ola en la que el labio nunca se te caerá encima. Una ola que no necesita ser remada y en la que se hace cola para entrar educadamente, sin piques ni malos rollos. Y completamente gratis. Cierto es que surfeas con una cantidad de espectadores que a mi me pondría muy nerviosa, pero si la tuviera cerca, la disfrutaría por las noches, y aprendería un montón sin destrozarme la espalda.
Esta ola no sustituirá nunca un atardecer glassy de olas perfectas, aunque sean muy escasas. No puede sustituir la sensación de libertad que genera la amplitud del mar. No puede sentirse ni el poder ni la fuerza de los elementos. Aquí no hay riesgo, ni cambio, ni adrenalina. El factor sorpresa se desvanece. La mar, como una entidad propia que se comporta a su ritmo y antojo, genera un estado vívido que permanece en nosotros. Tampoco hay salitre. Estoy convencida de que el salitre tiene un componente adictivo. Y el paisaje siempre es el mismo.
Y sin embargo, que buen complemento me parece esta ola de Munich. Y sobre todo, lo mucho que aprendería en ella.
6 comentarios
kelko -
lo último k me esperaria ver en munich.
pitxo -
q tal Funchal?
lenin -
BocaDorada -
demasiadopoco -
aran -
Un video guapisimo, ya verás cuantas veces te lo van a ver.